miércoles, 15 de diciembre de 2010

Una amistad es un pacto, un contrato tácito, un acuerdo de palabra sin palabras. Los dos sabemos que eso significa ‘somos hermanos desde los 11 años, y cuando estamos juntos no le tengo miedo a nada’.
Saber que nadie te va a soltar la mano no tiene precio, ni hay que decirlo, es un pacto silencioso.
Prometer que vas a cambiar y lograrlo es cumplir un pacto.
Ser esperanza es fácil cuando a tu alrededor estás llena de amigos.
Crecí con vos, me prometiste que siempre ibas a estar conmigo, y a pesar de las paradojas ese pacto sigue firme.
Estuviste ahí, conmigo, incluso cuando yo no era yo. Quiero hacer un pacto con vos, que por favor entre nosotras el rulo siempre vuelva.
 Siempre supe que ibas a estar, jamás dudé de vos ¿Cómo hago para dejarte ir?
 Estoy orgulloso de tu lucha, de tu pelea, nunca dudé de vos.
Nací en un pacto de silencio, crecí en la desconfianza y viví rompiendo promesas. Hoy necesito nuevos pactos para vivir.
Mi pacto con vos está escrito en las estrellas, es más fuerte que la distancia y el tiempo, es un pacto que vence al destino.
Jamás le dije que cuando me siento triste tomo mate cocido y me calma. Ella jamás me dijo que lo sabía. Supongo que eso es un pacto.
Entenderse con la mirada, esa expresión siempre me pareció tan trillada, vacía. Ahora veo que es un pacto implícito, lleno de sentido. Diciendo sin decir cumplimos nuestro pacto.
Te juro, te prometo, te doy mi palabra. Siempre estamos pactando ¿Para qué lo haremos?
 La vida me quitó una y otra vez lo que más amé, me traicionó, rompió su pacto.
 Un pacto se hace de a dos.
Juramos estar siempre uno al lado del otro. Es un pacto.
 La vida te da y te quita. Eso también es un pacto. Un pacto es un refugio. Cuando el pacto se rompe quedamos desprotegidos, a la intemperie. Romper un pacto, como una amistad, es algo imperdonable. Hasta que la muerte nos separe. Alguien cumplió con su parte del pacto.

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